30.7.13

Veinte segundos.

Y pensar que pasó, que perdiste la oportunidad. Que tu mente te reclame que lo dejaste escapar. Incapaces. Todo por miedo. Terror al fracaso, a caer en lo más bajo y no encontrar la escalera, el ascensor o la mano que tire de nosotros hacia arriba. De estar solos, aunque rodeados de gente. Decepcionar. Asustada de no haber sido lo suficientemente buena, de no haber dado la talla; sentir que no encajas, y que nunca podrás.
Idear mil y un planes que se queden en tu cabeza, o en bolas de papel arrugadas, que es peor. No besar por miedo a no volver a ser besado. Callar cuando alguien se merece tus palabras. O hablar, cuando una mirada lo dice todo.
Un «sí» fuera de lugar, un «no» que arrebata esperanzas. Flaquear en fuerzas, una caída de ojos, media vuelta y hasta siempre.
Aceptar, conformarnos y volver a perder la oportunidad de nuestra vida. Perder el tren de la emoción, del cambio. No ser lo que eres.
¿Por qué somos tan valientes en nuestros pensamientos, y tan cobardes en la realidad?
A veces, todo lo que necesitas son veinte segundos de locura, veinte segundos de coraje en vena, de adrenalina disparada; veinte segundos para hacer todo lo que nunca te has atrevido a hacer. Y quizás consigas transformar, por fin, los veinte segundos en infinitos.

1 comentario:

  1. ¡Hola Almudena! Muy bonito lo que siempre escribes. Mi opinión en cuanto a veinte segundos, es que está bueno jugársela aunque después no nos salga como creímos. La vida se trata de eso. Por otra parte sin los miedos razonables no seríamos humanos, seríamos máquinas y eso no es normal. Así que es común sentirse cobarde a veces por no actuar. Lo importante es que no lo seamos siempre, las decisiones son parte de vivir. Correctas o no. Un besote enorme amiga.

    ResponderEliminar

Si te ha gustado, ¡házmelo saber! Es toda una alegría para mí.